CIUDAD SUR, desembozado trasunto de una urbe progresiva que bien pudiera ser Temuco, es el teatro en que ocurren estos relatos tan venenosos e infames como sus protagonistas, destacando el depravado emprendedor que fundó una universidad. En el juego de la autoficción y la parodia de la vida real, nada se escapa a la mordacidad maletera del narrador Antonio Roquentin, como tampoco éste se ha escapado de la corrupción y la vileza de un entorno despiadado. Luis Marín despliega con risa y con llanto, con un toque de extraña teología y cierto pulso periodístico, un carnaval de esperpentos culturales: engendros salidos del libertinaje económico, la egolatría demente, las miserias de los artistas y las fanfarronerías literarias. Escritas con manopla, estas páginas dejan ver, al trasluz de sus obsesiones, un ajuste de cuentas con un territorio infeccioso y hostil, el mismo que otros han llamado “la Perla del Cautín” o “la ciudad más pujante de América Latina”: esta Ciudad Sur despellejada, en que la mala fe es acaso la única certidumbre. Leonardo Sanhueza, Santiago de Chile, 2011