Enrique Serna devela los bajos fondos de cualquier grupo social para mostrar con mordacidad y contundencia cómo la miseria humana es una experiencia cotidiana. Muchas de sus criaturas ostentan poca solidez personal y emocional, y la intranquilidad que suscitan está entretejida con la fibra áspera del humor negro, cínico, que a veces provoca una incómoda sensación de amargura.