En la poesía de Beatriz Saavedra Gastélum, se revelan estados de ánimo, fluir de las palabras, el tiempo, la noche, la memoria, la piel y el cuerpo, el mar y el naufragio navegan por las páginas en un afán de dejar constancia. Vida y muerte se equiparan. Luz y oscuridad compensan la existencia. Paisajes de todas las vetas se unen al sentir y al derivar de los días desgranados. El tiempo se rompe entre las palabras sorprendidas. Es un descubrir el fluir del ritmo y el sonido que se desmenuzan en medidas apreciadas. No hay modo de detener imágenes y metáforas. La noche y la vigilia en su vuelo quedan atrapadas en los resquicios de la mente. Todo suena como el goteo de la lluvia. Para Saavedra, el conocimiento que es vida y muerte, sueño y aliento nace en el silencio de todo tiempo. La palabra poética se nutre de tormenta y silencio ahí donde estalla la vigilia vaga del tiempo. Y en medio del tiempo hallado y perdido, se invoca al amado que, a la manera del Cantar de los cantares aparece y desaparece. Angelina Muñiz-Huberman